La evolución de la Formación Profesional

A pesar de que el Ministerio de Educación de la pasada legislatura (2023) tenía el nombre de Ministerio de Educación y Formación Profesional, la Formación Profesional sigue teniendo hoy en día una importancia marginal cuando se habla de educación en general. Para el público amplio o la sociedad sigue siendo una gran desconocida, y sigue pesando el estigma de que el alumno que es bueno estudiando debe seguir su paso al Bachillerato y la Universidad en vez de elegir opciones que pasen por estudios de Formación Profesional.

Los docentes que estamos dentro de la Formación Profesional sí somos conocedores del potencial que tienen estos estudios.

Sin embargo, nos encontramos con dos dificultades. Por un lado, tenemos que una parte importante de nuestro alumnado proviene del fracaso escolar (alumnado que aun teniendo las capacidades necesarias y adecuadas para triunfar en la ESO o el Bachillerato no han sabido adaptarse al sistema, principalmente por una falta de motivación en las materias de estudio). Y por otro lado, en el mundo actual, en el que podemos acceder a casi todo tipo de información a golpe de clic, seguimos empleando principalmente las mismas metodologías educativas pasivas que se empleaban hace 40 años.

Desde que se creó la FP en España la forma de impartir docencia apenas ha cambiado: resumiendo mucho, el profesorado imparte sus clases magistrales, y tras un periodo en el que se explica la teoría, después se realizan las prácticas en los talleres o aulas prácticas. Los contenidos se desarrollan de manera lineal (Tema 1, tema 2, tema 3, etc.) y cada parte del temario tiene su temporización y su evaluación mediante exámenes teóricos y/o prácticos.

Por otro lado, tenemos aspectos positivos, al mismo tiempo que los sistemas y ámbitos de estudio han evolucionado y se han hecho más complejos con el paso de los años, también los recursos educativos han mejorado muchísimo, adaptándose a un proceso de digitalización que se extiende desde lo laboral a lo educativo.

Por todo ello es necesario adaptar nuestra forma de enseñan tanto al nuevo alumnado como a los nuevos recursos educativos.

Hasta ahora las metodologías activas más utilizadas (Proyectos, retos, gamificación, aprendizajes colaborativos, por descubrimiento, etc.) se llevaban a cabo generalmente en una parte del módulo. Una parte importante de los contenidos o su totalidad se imparte por la metodología tradicional, y en alguna otra parte se trabaja mediante metodologías activas. Salvo en raras excepciones, en la que todo un módulo o un nivel educativo trabajan exclusivamente por Proyectos o Retos. El problema de estas dos metodologías es que hay ciertas dificultades que hacen que su implantación total sea complicada. Por ejemplo, suelen tener una evaluación complicada y no es fácil impartir todos los contenidos marcados en los currículos.

La metodología AbAFP tiene muchas ventajas sobre el resto de metodologías activas. Principalmente están relacionadas con la evaluación y con el grado de impartición de los contenidos.